En este momento estás viendo Estrés y superdotación
Estrés y superdotación

Estrés y superdotación

Artículo publicado el 15 de febrero de 2018

El estrés en el niño superdotado

Sabemos que la reacción al estrés varía de una persona a otra y tiene más que ver con la persona que con la situación que lo origina. Al mismo tiempo, sentir estrés tampoco es algo que se pueda valorar como positivo o negativo, sino que vuelve a depender de la percepción del mismo, es decir, la vivencia del estrés tiene mucho que ver con el niño de Altas Capacidades y su percepción del mundo, tal y como nos explica Annemarie Roeper, doctora en Educación en su estudio sobre La percepción exquisita de los niños altamente dotados.

Algunos niños con Altas Capacidades parecen tener una agudeza perceptiva mucho más intensa que el resto, lo cual conforma sus “capacidades” pero, al mismo tiempo, en muchas ocasiones se puede convertir en un obstáculo, ya que esta percepción y reacciones tan intensas no siempre son comprendidas por la familia ni aceptadas como algo positivo por el entorno del niño, lo que se traduce en una fuente principal de estrés para él.

En su día a día, los niños con Altas Capacidades que presentan estos rasgos de intensidad perceptiva tienen que enfrentarse a numerosas presiones tanto externas, por parte de su entorno, como internas, presiones que muchas veces se crean ellos mismos.

 

Estrés o tensión Emocional
Estrés o tensión Emocional. Ada García.

 

Para empezar, vivimos en un mundo hecho a medida de la mayoría de la población, donde las cosas (todas) funcionan de una determinada manera, con reglas de acción-reacción: “Así son las cosas”. Sin embargo, nuestros niños ven la vida y reaccionan ante la complejidad de esta de forma diferente: ven las áreas grises, las sobreposiciones, las excepciones, las contradicciones y los problemas y los hacen propios y se ven empujados a actuar en consecuencia. Esta diferencia, siempre presente, es en sí misma, tal como reconoce Roeper (2004), un mero agente estresante.

También, debido a la complejidad de sus procesos de pensamiento, se pueden malinterpretar los actos y reacciones de los niños superdotados, muchas veces porque no son comprendidos en absoluto, por lo cual suelen recibir criticismo o un “feedback” negativo casi constante, o reacciones perplejas o ninguna reacción en absoluto. Mientras que otros niños menos complejos crecen con un intercambio sano de ideas con sus compañeros y reciben normalmente las reacciones que esperan recibir, esto no siempre ocurre con los niños superdotados, que en su día a día pueden tener muy poco intercambio de ideas a su nivel y sus necesidades no son cubiertas en absoluto. Al no tener sus ideas ningún tipo de resonancia se aburren o se frustran y este aburrimiento y frustración son percibidos como estrés. Sin embargo, por otro lado, en este mismo aspecto, si sus capacidades son entendidas en función de lo que es capaz de realizar (niños que muy precozmente son capaces de leer, tocar el violín, el piano, etc.) la presión de los padres o los profesores para conseguir un alto rendimiento pueden crearles otro tipo de estrés, ya que en esta situación es la capacidad quien está recibiendo la atención, no la persona.

 

Otras presiones a las que se ven sometidos los niños superdotados

  • Ser conscientes del estado y realidad del mundo y los posibles peligros que nos acechan y su incapacidad para hacer algo al respecto.
  • Tener que reconocer que los adultos no son capaces de hacer algo y tampoco quieren hacer frente a la situación.
  • Captar las injusticias tanto en su vida personal como en la sociedad, lo cual les genera gran cantidad de estrés y multitud de sentimientos muy intensos, como enfado, frustración y necesidad casi compulsiva de hacer algo útil por la sociedad. Al mismo tiempo que se sienten muy solos en su preocupación por las injusticias.
  • Las presiones personales que tienen que encarar no siempre se refieren al momento presente, sino que desde edades muy tempranas, al igual que les preocupan otros temas transcendentales como la muerte, la religión, la existencia o no de un dios, etc. (a los que no necesariamente están capacitados para dar solución ni emocional ni intelectualmente), también su futuro personal es algo muy real para estos niños, que piensan en qué deben ser de mayores o cómo será una determinada profesión desde todas las perspectivas.
  • Una de las mayores presiones bajo las que se encuentran los niños superdotados es la necesidad de perfección, lo que les obliga a lidiar normalmente con las altas expectativas propias y la frustración que le brinda la realidad.
  • Otra presión añadida del niño superdotado es que su estrés no es entendido ni reconocido por los demás, o puede ser malentendido o no legitimado por padres y profesores, lo que intensifica el sentimiento de “estrés” o tensión emocional que al manifestarlo no sólo no encuentra el consuelo buscado, sino que esta se incrementa pudiendo desencadenar situaciones de ansiedad.
  • Mientras que se alienta, motiva, apoya y aplauden las metas y deseos convencionales, por parte de padres, profesores, colegios y sociedad, con las metas diferentes ocurre todo lo contrario, dejando a nuestros niños solos con sus metas y sus sueños para los que tampoco existe una medida estándar con la que compararse. De igual modo, a menudo carecen de modelos o mentores que les puedan servir de referencia o guía, ya que muchas veces se mueven en direcciones nuevas todavía por explorar, por lo que no es extraño que la historia esté llena de grandes creadores a los que no se reconoció su éxito hasta siglos más tarde. Esto deja a los niños superdotados sin compañeros reales y sin comprensión y hace que se sientan muy aislados y solos.

Hay otra dimensión sobre cómo afecta el estrés a los niños superdotados y es que ellos crean estrés. Por su mera existencia crean cierto malestar en su entorno; cuestionan y retan tradiciones y «status quo», descubren los atajos, no se sienten cómodos haciendo lo que todos hacen, esperan que la sociedad piense con la complejidad que ellos lo hacen, esperan que la sociedad se mire honestamente a sí misma y perciba las cosas que no puede o no quiere ver, esperan que los adultos sean consecuentes con sus palabras.

 

¿Qué es lo que podemos hacer para ayudarles?

La mejor forma de ayudar a nuestros hijos a lidiar con el estrés es hacerles entender qué es y cómo pueden usarlo de una manera eficaz.

Al mismo tiempo los padres somos el espejo en el que se miran los niños. Cuando son pequeños no tienen otra forma de entender quiénes son y qué lugar ocupan en el mundo sus sentimientos reflejan los de sus padres. Es por ello y por ellos por lo que debemos mirarnos a nosotros mismos, nuestras necesidades y los sentimientos que podemos estar proyectando en ellos.

Ayudémosles empatizando con ellos, no identificándonos, sino teniendo empatía con quienes son ellos e intentando ayudar a cubrir sus necesidades de exploración y desarrollo en la medida en que podamos, sin compararles. A medida que vayan creciendo, si han sido bien entendidos y apoyados habrán aprendido a vivir con las presiones internas y con aquellas que les rodeen en ese momento. A partir de este momento, nuestro papel será escuchar y mantener los ojos abiertos por ellos, según su aventura se adentra en el mundo; mirar donde miran y escucharlos.

En el cuento de «El traje nuevo del emperador», el niño valiente que se atrevió a gritar que el emperador estaba desnudo era, seguramente, uno de nuestros niños que había tenido el apoyo y comprensión de sus padres.

 

© Ada García.

Secretaria de AEST